El escritor Sebastián Pandolfelli publicó en el año 2012 el libro Choripán Social con gran éxito y en unos meses llegará a las librerías su nuevo libro Diamante editado por Galerna. El autor habló con Entre Vidas acerca de dicho libro de relatos, de parte de su trayectoria y de los proyectos en los que está trabajando, entre los que se destaca el poemario Esquina de diamante.
¿Tenés algún ritual en el momento previo a escribir?
Sí, la procrastinación. Dar vueltas igual que un perro antes de dormirse. Cuando me viene esa pulsión de sentarme a escribir, espero a que se me pase. En general, antes de sentarme, me pongo a lavar los platos, o barrer o a hacer otras cosas de la casa. Hay veces en que se me ocurre una idea y tengo muchas ganas de arrancar, pero no puedo ponerme a escribir con mi hija de un año y cuatro meses revoloteando por ahí, entonces me pongo a jugar con ella. Si la idea era buena, va a volver. Escribo mucho en la cabeza. Creo que estoy escribiendo casi todo el tiempo, pensando, madurando, procesando lo que después va a salir en formato de texto.
¿Qué cambió en vos como escritor desde la publicación de tu libro Choripán Social?
Soy otro yo. Básicamente, tengo otra vida. Cuando salió mi primera novela, “Choripán Social” en el año 2012, yo estaba casado, me había mudado de Lanús a capital, vivía en San Cristóbal, trabajaba 8 horas de lunes a viernes hacía 10 años en una ONG de defensa del consumidor, me faltaban 3 materias del secundario, andaba armando demos con mi banda y dentro del mundillo literario vernáculo era un total desconocido. Pasó que me divorcié, se murió uno de mis mejores amigos, estoy en pareja nuevamente, tengo una hija, vivo en el Abasto, no tengo trabajo fijo hace 3 años, soy free lance, doy talleres literarios, hago jardinería, estudié y terminé el secundario a los 38 años, empecé el profesorado de letras, publiqué cuentos en un montón de antologías, colaboré con el diario Tiempo Argentino, fui jurado de 2 concursos literarios, participé de 2 producciones de cine, compuse y grabé la música de varias obras de teatro, grabé y edité un disco con mi banda y un disco solista. En estos 4 años pasó de todo. La vida pasó. Y eso, el paso del tiempo, te modifica. Mi manera de ver el mundo es masomenos la misma, pero yo soy otro, entonces, indefectiblemente mi manera de escribir cambió. Tengo menos ansiedad por publicar. Me tomo mi tiempo para escribir lo que se me antoja y corregirlo hasta que realmente me guste antes de mostrarlo. Creo que entendí un poco mejor cómo funciona la cosa, hay que leer mucho, escribir mucho y corregir mucho. En este tiempo también aumentó en un 200% mi capital social, conocí a mucha gente en este rejunte de escribas, o al menos me conocen unos cuantos, no sé si me leyeron, pero me conocen, me han hecho unas cuantas entrevistas, leí en público en un montón de lugares, hice exposiciones y di charlas, incluyendo la feria del libro de acá y la de San Luis y me publicaron “Choripán Social” en Chile. De a poco se fue formando ese otro yo, escritor. Ahora estoy más tranquilo al momento de ponerme a escribir, sé que estoy haciendo una humilde y pequeña carrera. Pero esto no es una carrera contra nadie, entendí que aunque existe una competencia por el lugar en el “Parnaso literario”, a mí no me interesa mucho competir, sino que quiero hacer lo que me gusta.
¿Qué podes adelantar de tu próximo libro Diamante?
Dentro de unos meses va a llegar a las librerías de la mano de Editorial Galerna. Diamante se fue gestando desde el 2008 más o menos. En cuanto terminé esa novela irónica sobre la idiosincrasia argentina y la bipolaridad de nuestro pueblo que fue Choripán Social, empecé a pensar en un libro nuevo. Quería escribir en otro registro. Salir de la clave delirante. Quería hacer algo más “serio”. Creo que algunos no tomaron en serio esa novela porque es demasiado loca y enroscada. Y ahí aparecieron un par de relatos, con algo de humor, sí, pero sin delirio. Historias comunes de gente común. Así como un juego, por un texto que me provocó, una supuesta novela punk que leí en esa época y que no me gustó ni un poco, me senté a garabatear algo como contrapunto y apareció “Rocanrol” que se publicó en 2008 como nouvelle y ahora es parte de los relatos de “Diamante”. Después apareció una suerte de spin off de Choripán, con dos personajes que salieron de ahí y se armó otro relato. Y así se fue preparando el camino para las otras historias. En el taller de Laiseca fui leyendo y corrigiendo los textos. Algunos eran basados en noticias de los diarios. Tomé las crónicas de base y las ficcionalicé situándolas en Villa Diamante. Hay historias reales y otras inventadas, pero siempre en tono realista. Y todas se cruzan. Es un conjunto de relatos que se pueden leer por separado, pero también como una novela coral.
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre?
Se llama “Diamante” por el barrio donde transcurren las acciones. Villa Diamante es mi lugar de pertenencia, mi “Macondo” propio. El cachito de suburbio donde me crié, donde vi muchas de las cosas que cuento.
El libro está compuesto por historias ficcionales mezcladas con hechos reales o noticias del diario. ¿Por qué decidiste hacer esa combinación?
Antes iban a ser dos libros, “Diamante” y “Mugre” uno con historias más luminosas sobre personajes del barrio y el otro con las que saqué de las noticias, que son más densas y violentas, pero al final los junté y dio como resultado un libro de relatos que se puede leer como novela y me gustó mucho más.
¿Cómo surge la posibilidad de publicar con la Editorial Galerna?
Pura suerte. Puro culo, creo. Galerna distribuye a Wu Wei, que es la editorial de Luis Mazzarello que publicó “Choripán Social”. La novela se agotó y nos pidieron más ejemplares. Entonces Galerna apoyó la reedición y en cuanto abrieron una colección de narrativa me llamaron para que mi próximo libro saliera por su sello. Ahí me llamó Garcés y firmamos el contrato. Galerna banca mucho a la nueva narrativa.
En tu libro Choripán Social las historias eran delirantes, ¿en Diamante con qué tipo de relatos se van a encontrar los lectores?
No me gusta la palabra “costumbristas”, pero probablemente alguno los va a catalogar así. Son historias de gente de barrio, dramas chiquitos, accidentes cotidianos, pasiones, sueños de grandeza o de escape de una realidad alienante. Hay personajes con una gran vida interior que hacen cosas de todos los días. Cada relato es un fresco barrial con el que cualquiera se puede identificar. Algunos con bastante humor, otros más tristes o violentos. Yo trato de escuchar cómo habla la gente, los tonos, los modismos y trato de plasmar eso en el texto, las formas de hablar y de contar de la gente tamizadas por mi manera de escribir. También hay muchas citas, homenajes y guiños a la literatura y la música que me gustan. Hay fragmentos de letras de canciones metidas entre los párrafos y parafraseos de algunos cuentos clásicos. Es como un juego que hago siempre cuando escribo, me divierte enviar esos meta-mensajes y está buenísimo cuando el lector los descubre mientras le voy contando una historia.
¿Para cuándo saldría el poemario que escribiste y cómo se llama?
No me considero poeta, pero estoy intentando, empecé tímidamente a escribir poemas. Escribo las canciones de mi banda y las que toco como solista, así que tengo cierto sentido del ritmo o un poco de musicalidad. Me salió un poema hace un tiempo, era algo que no daba para canción y quedó ahí. Era como una postal de “Diamante” pero en verso. Lo mandé a un concurso, para joder y resultó con una mención. Después me pidieron un poema para una antología y mandé ese y lo publicaron. Así como quien no quiere la cosa, fueron apareciendo otros textos que completaron la lista y ahora tengo un poemario armado que estoy corrigiendo. Quizá se publique en algún momento. Se llama “Esquina de Diamante” y es como un complemento poético del libro de relatos. Son fotos literarias con ritmo.
¿Qué objetivos te fijaste dentro del ambiente literario?
Pasarla bien. Escribir y hacer lo que me gusta. Tomar cerveza con otros escritores. Conocer gente que está en la misma y compartir experiencias.
Me gustaría construir una obra literaria. Pero eso es demasiado ambicioso, así que me conformo con escribir lo que se me antoja y que me publiquen de vez en cuando. Si alguien se toma el trabajo de leer lo poco que publiqué y algunas cosas sueltas, ya sea en antologías, revistas, o los libros, va a notar que aunque son historias distintas y a veces cambia el tono del narrador, lo que escribo forma parte de un todo. Hay personajes que reaparecen, lugares que se repiten, es mi manera de ver el mundo contada por un puñado de personajes.
¿Qué otros proyectos tenés?
Estoy corrigiendo el poemario “Esquina de Diamante” que no tengo idea de cuando se publicará ni por dónde. Estoy terminando de escribir una suerte de novela construida con tres historias que se cruzan. Me falta poco pero soy un tanto obsesivo. Se llama “La abuela de Rambo” y con esta novelita retomo el realismo delirante. Tenía muchas ganas de irme un poco bien al re carajo y creo que lo logré. Tanto que ahora no sé cómo la voy a terminar… Pero bueno, son los gajes del oficio, si te gusta el durazno, bancate la pelusa, me tendré que derretir los sesos para ver cómo le hago un final coherente sin cagarla. En cuanto termine eso empezaré otra novela. Pero bueno, tardo mucho en terminar lo que empiezo. También tengo otros proyectos como la banda Los Barriletes Cósmicos, con los que estamos tocando bastante seguido y empezando a planificar el segundo disco. Tengo ganas de grabar un disco solista, también ando en eso y mientras, estoy componiendo y grabando la música de una película, “SELVA” la opera prima de Martín Rieznik. Además de todo, soy padre de una nena chiquita y eso me ocupa durante miles de horas. Y también hay que trabajar y disfrazarse de lo que venga para pagar el alquiler.
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