lunes, 2 de abril de 2018

Pamela Terlizzi Prina: “Es un libro de duelo y de crisis, escribirlo fue catártico”






La escritora Pamela Terlizzi Prina habló con Entre Vidas acerca de su flamante libro de poesía No cuentes pesadillas en ayunas, publicado por la editorial Santos Locos. El nombre surgió de una frase de su abuela y la autora contó que el ochenta por ciento del libro lo escribió en uno o dos meses. Además, Pamela adelantó que Siga al Conejo Blanco, ciclo de arte que coordina junto a Agustina Bazterrica, vuelve el 27 de abril y van a estar cada tercer viernes del mes en Club de Música, en Paraguay 5519, Palermo.



¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir? 
¿El desorden puede ser considerado un ritual? Espero que sí, porque es lo que habitualmente me rodea. Soy tremendamente desordenada y tengo una coherencia rigurosa al respecto: llevo mi desorden a todos lados. Igual, más allá del chiste, creo que mi único ritual es la abstracción. Cuando empiezo a escribir entro en una especie de sordera, de embotamiento donde sólo puedo escuchar mis dilaciones internas. Debe ser porque vivo quitándole minutos al resto de las actividades para poder escribir. Sí, debe ser eso: escribir como modo de supervivencia.

¿Con qué frecuencia escribís? 
Creo que en el tema de la frecuencia podemos aplicar la teoría de los rituales: no soy nada metódica. Tengo épocas en las que escribo todos los días un poco y otras de meses enteros sin escribir. Al menos no un texto con un objetivo claro. Estas sequías son más en la narrativa que en la poesía. Tengo una frase muy repetida que dice: siempre quiero escribir narrativa y siempre puedo escribir poesía. En fin, soy hija del rigor. El deadline me ordena y me vuelve productiva.

¿Quién te inculcó tu amor por la poesía? 
Honestamente, no recuerdo que nadie me haya puesto un libro de poesía en las manos, o que me haya leído poesía. Quiero decir, no tengo una herencia poética, si se me permite la expresión. Sí recuerdo un poema de Julia Prilutzky Farny; lo tenía mi mamá copiado a mano en una hoja de cuaderno. Yo era apenas una preadolescente. "Sé que voy al dolor, inútilmente", así terminaba. Envidié profundamente esa capacidad de conmover, de mostrar tanto con un puñado de palabras. Esa envidia terrible fue un germen.

¿Por qué decidiste que tu libro se llamara No cuentes pesadillas en ayunas
Es una frase que decía mi abuela. Las pesadillas contadas en ayunas se hacían realidad, ese era el mito. Y es un libro oscuro y doméstico. Una frase acuñada en el seno familiar para contar tragedias a escala hogareña: digamos que me pareció que pintaba de cuerpo entero al libro, que bien podría ser una pesadilla vuelta realidad a fuerza de negligencias y torpezas.

¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro? 
La verdad es que el ochenta por ciento del libro lo escribí en uno o dos meses, y prácticamente en el orden en el que quedaron finalmente. Es un libro de duelo y de crisis, escribirlo fue catártico. Había algunos textos que finalmente no entraron y hubo otros que no pensé en primera instancia como parte del libro, y efectivamente terminaron adentro. En eso fue fundamental la mirada de Marcos Gras, que interpretó la voz del libro inmediatamente. Así que no sólo hubo selección, sino trabajo. No tengo dudas de que el libro resultó mucho mejor como sistema, que quedó mucho más balanceado gracias a su intervención. En estas cosas se ve la importancia de un editor comprometido. Me hizo laburar como ningún otro editor y se lo agradezco muchísimo. Por eso y por militar la poesía como lo hace.

¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál es el que destacan los lectores? 
¡Qué difícil! Creo que las preferencias varían según el ánimo, pero me gustan mucho Plaga, Punto de fuga, Plebe. Y los lectores suelen quedar muy atravesados con Nona, Yo confieso y Juguemos. Casi todo el arco temático del libro se puede ver en estos poemas. La cuestión de género, la opresión doméstica, la crisis como punto de partida.

¿De qué temas se nutre tu escritura? 
Tanto en narrativa como en poesía me interesan las historias chiquitas, porque el objetivo es que la obra tenga un sentido poético, simbólico, incluso por sobre lo que cuenta. Me interesa mucho más el cómo que el qué. Dicho esto, es imposible no advertir que todo lo que escribo tiene una enorme carga erótica y de alguna manera está atravesado por la muerte. Lo opresivo, lo brutal como condición humana.

¿Qué libros de poesía o autores recomendarías? 
Doliente, de Patricia González López, es un librazo. También me gustó mucho San Francisco, de Luciano Lamberti. Recomiendo leer a Walter Lezcano, por supuesto. Y a Virginia Janza, Julieta Desmarás, Flor Codagnone, Salvador Biedma. ¡Y a María Teresa Adruetto, por favor! Y a Irene Gruss, y Julieta Dal Verme, qué lucidez. También estén atentos al próximo libro de Paula Brecciaroli. Si mis deseos se hicieran realidad, tendría que salir un libro de poesía de Yair Magrino. ¡Y voy a hacer muy injusta con todos los libros que estoy olvidando!

¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario? 
En realidad tengo objetivos en la literatura, y no son más que seguir escribiendo y poder seguir siendo leída. Las editoriales, por supuesto, son un factor importante en esa ecuación. Así que espero que proliferen espacios comprometidos y gustosos de lo que hacen, como La Coop. En cuanto al ambiente literario, voy a citar palabras de un amigo, Pablo Martínez Burkett: "escribimos para terminar tomando cervezas y comiendo asados". Coincido. Y agrego: para enamorarnos de los amigos y amigas que te da este oficio. A veces, con mucha suerte, además de colegas, encontrás compañeros para la lucha, la creación, la felicidad.

¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con la editorial Santos Locos
Gracias al "celestinazgo" de Macarena Moraña. Yo estaba trabajando en un libro de narrativa, no tenía pensado ni proyectar ni publicar poesía este año, pero la charla surgió como todo lo que rodeó a este libro: por obra del destino. Yo había ido a la casa de Macarena a buscar a Eva, mi gata hermosa con antifaz de superheroína. Mientras nuestras hijas jugaban, Macarena me insistió para que hable con Marcos por los textos que escribí tras la muerte de mi papá. Y lo hice. Y fue la mejor decisión que pude haber tomado.

¿Qué podés contar de la presentación del libro que hicieron en Nivangio? 
Que tuve el mejor equipo que podría haber soñado. Macarena Moraña y Silvina Gruppo hablaron sobre el libro y Walter Lezcano me entrevistó en vivo. Después leyeron algunos textos Julieta Desmarás, Patricia González López y Virginia Janza. Y hasta tuve DJ: gracias a Paula Brecciaroli terminamos bailando hasta las 2AM como si estuviéramos en un boliche. Fue una noche inmensamente feliz, llena de gente querida. Quedé sorprendida, además, de la cantidad de gente que hubo. Fue hermoso.

¿En qué nuevo proyecto estás trabajando actualmente?
Siempre estoy trabajando para Siga al Conejo Blanco, el ciclo de arte que coordino con Agustina Bazterrica, mi hermana literaria. Y este año hay muchos cambios: incorporamos a la organización del ciclo a Mariana Collante, que es periodista cultural, además de una genia sideral. También nos mudamos de espacio. A partir del 27 de abril nos van a encontrar cada tercer viernes del mes en Club de Música, en Paraguay 5519, Palermo. Estamos preparando una fiesta para Mayo, que es nuestro aniversario. En lo puramente literario, voy a retomar el libro de cuentos que abandoné el año pasado. Además, sigo trabajando en una novela. Para No cuentes pesadillas en ayunas, todavía nos quedan algunas presentaciones: una en el pago chico, en Adrogué, y otra en Montevideo. No tengo fechas aún, pero serán entre Mayo y Junio. Por último, el 4 de abril comienzo a coordinar un grupo de lectura y taller de escritura creativa junto a Jorgelina Etze en Adrogué. Nos vamos a orientar a la lectura de autores contemporáneos, así que estamos muy entusiasmadas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario