PH Jazmín Teijeiro
El escritor J.P. Zooey publicó la novela ¡Florecieron los neones! a través de Odelia Editora y habló con Entre Vidas acerca de dicha publicación y contó porque escribe bajo un seudónimo. Además, adelantó que está trabajando en la creación de una biblia apócrifa.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
En el momento previo a escribir no tengo rituales. Pero sí en las horas o días previos a escribir: el principal ritual es quedarme un poco con las ganas. Saber qué quiero como paso siguiente en la historia: qué tono, qué tema o qué diálogo, hacia dónde voy. Después evito pensar en eso y mucho menos lo escribo, sino más bien le encargo la elaboración al inconsciente. El subsuelo de la mente trabaja incansablemente y es mucho más efectivo que la razón o una técnica. En esas horas o días previos a retomar la escritura confío. Luego, cuando vuelvo a escribir, a menudo el teclear fluye como si respondiese a un dictado.
¿Con qué frecuencia escribís?
Hay períodos en los que escribo todos los días. Cuando veo que estoy errando demasiado, que lo que desecho es más de lo habitual, me impongo descansar. Entonces se desorganiza mi rutina. Siento el peso del aburrimiento. Pero sé que en el sótano se está trabajando fuerte.
¿Quién te inculcó tu amor por la literatura?
Ray Bradbury, Aldous Huxley, Nietzsche, la revista Fierro, todo lo que leía en mi adolescencia.
¿Por qué escribís bajo un seudónimo?
En principio, cuando no se conocían mi cara ni mi nombre civil, me dio mucha libertad. Mi literatura no debía responder a un cuerpo físico, a ese cuerpo que se alimenta con lo que le pagan como profesor en la universidad por dar clases con un determinado punto de vista y una orientación moral. En la literatura podía tener valores y puntos de vista diferentes. Luego, una vez que estuve seguro que contenía en mi cuerpo esas dos personalidades y que no se iban a fundir en una sola, empecé a aparecer como escritor. Así me deshice de tener que controlar el “secreto”, lo cual me estaba consumiendo energía que necesitaba para mejorar mi literatura.
¿Por qué decidiste que tu novela se llamara ¡Florecieron los neones!?
Fue a partir de una frase del libro que se explica en la Introducción y que aparece en la novela: “Y él sintió que multitudes, muchísimos ramilletes florecían en su pecho: lilas, amapolas, dalias, margaritas, y hasta delirios refulgentes como neones”.
¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a la historia?
Fueron varias imágenes de ese mundo que está, es cuestión de abrirse a ello, detrás de las apariencias en las que vivimos. Imágenes del mundo más allá de los sentidos. Esas que presentimos un segundo antes de entrar en una crisis y que después queremos olvidar para siempre. A veces, caminando por una calle o cenando en un restaurante, veo cosas por un instante. Cosas que me dicen que no existen.
¿Por qué el libro arranca con una introducción a la que definís como Buda cíborg?
Tal como se dice en el libro, la Introducción se la hago a una novela descartada por un concurso literario y arrojada dentro de un contenedor de residuos reciclables. “Buda cíborg” es el modo que tengo de nombrar al personaje de ese libro, al protagonista. Se trata de alguien capaz de ver más allá de las apariencias y que es, al mismo tiempo, un ciborg. Es decir, una máquina espiritual; un espíritu electrónico.
¿Cómo fue el proceso de escritura?
Una de las reescrituras la hice en un celular, palabra por palabra, sopesando sus ambigüedades, sus ecos, sus reminiscencias. Creo que este libro contiene, si uno se detiene y se posa en sus frases, resonancias que abren múltiples sentidos y posibilidades del pensamiento. A mí me gusta crear libros que, bajo la apariencia de la superficialidad y la velocidad, quien quiera encuentre el agujero de la madriguera por donde ve perderse al conejo. Y decida meterse o no.
¿Qué diferencias notás en vos como autor entre tus libros anteriores y este último?
Hasta el momento creo que mis libros tienen en común la tematización del delirio de las formas del saber. Sol artificial expone los delirios del paper, del ensayo y de la entrevista periodística. Los Electrocutados, los de la Historia y la genealogía. Te quiero hizo delirar a los lectores, con amor, con odio. Y ¡Florecieron los neones! muestra el delirio de la crítica literaria. Lo digo desde la perspectiva de alguien que siente que no puede haber saber que no implique delirio: la medicina, la ingeniería, la botánica, el análisis del discurso, etcétera, etcétera, son formas de saber sumamente disparatadas sobre las que, a lo sumo, podemos esperar que suenen bien, como un poema.
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Odelia Editora?
Sabía de Odelia, nos habíamos encontrado en algunos eventos. Intuía la profesionalidad con la que trabajan en equipo sus editoras. Luego comprobé además la sensibilidad que las guía y la tenacidad con la que consiguen lo que quieren.
¿Qué libros o autores recomendarías?
J.D. Salinger, Friedrich Nietzsche, Kurt Vonnegut, William Gibson, Philip Dick, por nombrar algunos clásicos. Y entre quienes son contemporáneos y vecinos en la lengua: Marcelo Cohen, Pablo Katchadjian, Pola Oloixarac, Ariana Harwicz.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
En la creación de una Biblia apócrifa.
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