domingo, 30 de abril de 2017
Carolina Bugnone: “Mi idea es que mi escritura vaya ampliando sus temas”
La escritora Carolina Bugnone habló con Entre vidas acerca de su nuevo libro Las primas de Villaguay publicada por la editorial Peces de Ciudad y de sus nuevos proyectos entre los que se destacan la escritura de nuevos poemas y la reescritura de cuentos.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo demasiados rituales, aunque si puedo elegir, prefiero escribir de mañana y con el mate. Ese es mi momento y mi situación ideal. Muchas veces la narración o el poema se empiezan a construir en la cabeza y los retengo hasta que pueda plasmarlos, otras veces escribo alguna cosa en el celular y, cada vez menos, algo en un papel suelto. Por suerte, el no necesitar “rituales” hace que esté casi siempre dispuesta a escribir. A mí me pasa lo contrario del síndrome de la hoja en blanco: casi todo el tiempo tengo ganas de escribir y no siempre encuentro el momento.
Después, claro, lo que escribo lo reescribo, lo corrijo, lo desecho, lo hago poesía o cuento; ese es otro cantar.
¿Con qué frecuencia escribís?
Escribo, diría, todas las semanas. Cuando paso dos semanas sin hacerlo (y con eso me refiero también a corregir o reescribir algo), entro en “abstinencia”, siento que me falta, como con el mate. Pequeños vicios afortunados.
¿Cómo fue el proceso de selección de los cuarenta y cuatro microrelatos que aparecen en tu libro “Las primas de Villaguay”?
Los micro relatos de “Las primas de Villaguay” fueron escritos en un proceso de casi tres años, quizás más. Aparecieron de a poco y, como tantas veces, fueron algo más bien catártico. Tanto fue así, que ni bien tuve los primeros relatos, se los envié a mi amigo y admirado escritor Sebastián Chilano, para que desde su mirada me dijera si valían la pena. Como pasa con lo autobiográfico, creo, al no haber distancia con lo escrito, se me hacía difícil determinar si tenía alguna validez literaria para los demás. Como a él le pareció que sí, continué hasta que nació “Las primas…”. Por eso no existió la necesidad de una selección, más allá de que dejé afuera un solo micro relato; no había textos para seleccionar, sino solamente encontrar la forma de pulirlos y unirlos de alguna manera.
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
A medida que lo fui escribiendo, vi que la repetición de las historias con las primas de Villaguay formaban una especie de hilo conductor, aún teniendo en cuenta que cada relato es unitario y se auto abastece. Los personajes de las primas son parte central, no única ni más importante que el resto, pero sí entendí que son como símbolos de una cierta mirada que se tiene (que en este caso, como narradora, tuve) sobre y desde la infancia. Me pareció una buena forma de llamar a un libro en donde lo familiar y lo geográfico gravitan fuertemente.
Más allá de ser relatos separados pueden unirse hasta transformarse en una nouvelle. ¿Lo pensaste de esa manera?
Sí, claro. Cuando armé la idea de lo que quería hacer, pensé que cada relato fuera una especie de pincelada, de viñeta, que tuviera tanto el poder de pintar una escena como de encadenarse a otras, y formar algo más grande.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Mi idea es que mi escritura vaya ampliando sus temas, hasta donde pueda elegir, porque sabemos que una parte de uno elige qué escribir y otra no. Hasta ahora, en los cuentos y la poesía, los temas rondaron lo íntimo, lo familiar, las parejas, los vínculos, la mirada infantil sobre las cosas. La dictadura, la pos dictadura, la relación con el paisaje, ya sea urbano, de río o de mar.
¿Cuál es tu relato preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Los lectores, en su mayoría, me han dicho que los conmovieron los capítulos “Descansar de todas las cosas”, “Navidad”, y “Rosa”. Me es difícil elegir porque cada uno atesora, para mí, cuestiones muy íntimas y valoradas. Creo que “El crucifijo” me gusta porque condensa bastante las ideas que atraviesan todo el libro: los abuelos, el lugar de la religión durante la infancia, la desaparición de las tías, la isla, el miedo, la alegría, las contradicciones con las que crecimos.
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Peces de Ciudad?
Conozco a Mariana Kruk (editora de Peces de Ciudad, junto con Soledad Blanco) como poeta desde antes, y ella conoce mi poesía y mi narrativa también, desde hace algunos años. Cuando recién abrieron la editorial, antes de organizar las convocatorias de autores que ponen en marcha regularmente, me ofrecieron la posibilidad de editar con ellas. Me llevó más de un año enviarles el texto; en ese tiempo terminaba de construir de a retazos a “Las primas…”. Tomé con mucha alegría, y muy agradecida, ese primer ofrecimiento.
¿Qué libros recomendarías?
El bello y humilde libro de Selva Almada “Una chica de provincia”, tuvo que ver en parte con “Las primas…”, ya que mientras lo leía, alimentaba mis deseos de escribir la infancia, y también, de relatar un contexto social. Así que lo recomendaría.
De lo que leí este último tiempo, “Metafísica de los tubos” de Ameliè Nothomb me gustó particularmente, “La herencia de Esther” de Sándor Márai, “Siete casas vacías” y “Pájaros en la boca” de Samantha Shweblin, “El río” de Débora Mundani.
De poesía, me gustan Claudia Masin, Elena Anníbali, Mariana Kruk, Jimena Arnolfi, Nadia Crantosqui, Carina Sedevich, Andrés Gallina, Damián Ríos, Jorge Chiesa, y unos cuantos más.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Ahora estoy escribiendo poesía, y también reescribiendo algunos cuentos.
Tengo a medio empezar una novela que explora el formato digital como forma de narración, y que empecé a escribir luego de haber leído la tremenda novela de Alejandro López “kerés cojer = guan tu fac”, de 2005., que también recomiendo.
Soy de escribir varias cosas a la vez, igual que con la lectura, luego veremos qué de todo eso se desprende y se pone a rodar.
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