Flor Codagnone es poeta, traductora y periodista. Su último libro se llama Resto y fue publicado por la editorial Modesto Rimba. Anteriormente editó los poemarios Mudas y Celo, ambos por la editorial Pánico el Pánico. La escritora estuvo hablando con Entre Vidas acerca de su flamante publicación y también, adelantó que está terminando de armar una antología de poemas de June Jordan que, además tradujo, y espera publicar este año.
¿Qué rituales tenés al momento previo a escribir?
No tengo rituales porque no me “siento a escribir”, no se trata de una decisión consciente ni de un deseo: la poesía me toma, me atraviesa, me invade de manera inesperada, en cualquier momento, en cualquier lugar. Lo que sí respeto, casi a rajatabla, es no transcribir el poema hasta que no creo que está terminado en mi cabeza. Después, obviamente, puede tener modificaciones, cuando lo veo de cara a un libro.
¿Quién te inculcó tu amor por la poesía?
La verdad, no recuerdo a alguien específico, pero sí te puedo dar una imagen: en preescolar recité un poema y la maestra me dibujó una carita feliz en la yema de uno de mis dedos. Y, también, te puedo dar el nombre de alguien que fue en verdad un maestro, pero más allá de la poesía: Javier Adúriz. Con él aprendí muchas cosas (fue, además, mi profesor de literatura durante 3 años en la secundaria), pero, sobre todo, aprendí que los maestros lo primero que te enseñan es a soltarlos, a hacer un camino propio.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en tu libro Resto?
Fue un proceso extraño porque hace como dos o tres años, mi novio me avisó que había un concurso importante, que me presentara. Yo le contesté que no tenía material, pero cuando me empecé a leer, entendí que sí y, más, había un libro. El concurso pedía un mínimo de 50 páginas, cosa que sufrí muchísimo porque mis libros son cortos. Hice malabares con eso y me presenté. Por supuesto, no gané. El día que comunicaron la sentencia, agarré el archivo y le saqué un poema. A las semanas, lo destruí por completo y lo empecé a armar de cero. Así surgió el resto que está publicado.
¿Por qué decidiste ponerle ese nombre al libro?
Los nombres también irrumpen. No sé, cómo explicarlo salvo así: cuando encontrás el nombre o, mejor, cuando el nombre te encuentra, lo sentís en el cuerpo. Es una experiencia profundamente corporal la del nombre… Tengo, sin embargo, algunas pistas. El nombre de mi segundo libro, celo, aparece en el primero, mudas, y resto, aparece en el segundo. Además hay algo de la polisemia con la que venía jugando en los anteriores poemarios, que sigue presente. Y, el resto es objeto, por ejemplo, de la filosofía, del psicoanálisis, disciplinas que me interesan. Una vez, Darío Sztanjszrajber, sin saber que yo había elegido este título para mi tercer libro, dijo que la mía es una “poética del resto”. Quizás haya algo de eso.
¿De qué temas se nutre tu poesía?
Creo que de la feminidad, del cuerpo femenino, de la figura del otro… No sé si eso lo tengo que decir yo, los lectores deben tener una mejor y más interesante idea al respecto.
¿Cuál es tu poema preferido del libro y cuál el que destacan los lectores?
Me resuena bastante uno que dice:
Algo me devora,
se alimenta de mí,
me detiene, me abre
en dos, me llena
de lágrimas.
¿Qué es esto que dice
«soy mujer»?
Agua que va al agua.
La experiencia de la poesía es tan, pero tan subjetiva que no podría decir un poema que destaquen los lectores. Es siempre único y distinto. Aun en la experiencia de un mismo lector… Quizás un día te interpela un poema y a las horas o a las semanas, otro.
¿Cómo surgió la posibilidad de publicar el libro con la editorial Modesto Rimba?
Creo que con Mauro LoCoco nos veníamos cruzando seguido y que había un deseo de ambos de hacer algo juntos. Cuando le mandé el original, la lectura que hizo Mauro me convenció. Debo decir que estoy muy contenta con la editorial, apostaron por resto, y a los dos meses de haber salido se agotó, entonces, volvieron a apostar por él. No es algo frecuente en las editoriales independientes de poesía… Ver cómo está creciendo la editorial es algo que me alegra mucho.
¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Muchos: Louise Bourgeois, Patti Smith, Olga Orozco, Hélène Cixous, Anne Sexton, June Jordan, Robin Morgan, Silvia Plath, Susana Thénon... Jean-Luc Nancy, Jacques Derrida, Weldon Kees, Frank O´Hara, Julio Cortázar, Héctor Viel Temperley, Juan José Saer, Jacobo Fijman, Acho Estol, Allen Ginsberg, Sergio Pujol, Luis Alberto Spinetta, Sigmund Freud, Manuel Moretti, Fernando Cabrera…
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Estoy terminando de armar una antología de poemas de June Jordan que, además traduje, y que espero que se publique este año. También traduzco un poema de H.D., que, en 2017, será mi proyecto más cercano a la idea de “poesía en escena”. Estoy hablando con editores para que se publique una serie de poemas sobre casos reales de violencia de género. Soy finalista del Concurso Gónzalez Tuñón con un libro que sigue la línea de mis tres anteriores. Y habrá que ver qué pasa con eso. Además, estoy trabajando en el quinto poemario. Y, siempre intento cruzar a la poesía con otras disciplinas, filosofía, psicoanálisis, teatro, dibujo, fotografía… Uf, en todo eso ando.
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