La escritora Soledad Manin habló con Entre Vidas acerca de su libro de poesía Lo que bulle publicado por Halley Ediciones y contó que su premisa es encontrar nuevas formas de expresión en las que me sienta cómoda y disfrutar.
¿Qué rituales tenés al momento de escribir?
En realidad, no soy yo la que decide escribir en un momento determinado, sino que la necesidad de escribir se me impone y me persigue, hasta que encuentro un momento para hacerlo. Soy mamá de Sofía, trabajo tiempo completo en la Defensoría del Pueblo como abogada, soy traductora de inglés, tengo actividades docentes y académicas, y otras como cantar en un coro, por lo que, para poder escribir, robo minutos de dónde puedo: del sueño, del almuerzo o de pequeños intervalos que me quedan libres entre actividad y actividad. Para eso, tengo cuadernos en mi mochila, en mi habitación y en otros rincones de la casa; no puedo desaprovechar cuando el momento se presenta.
¿Con qué frecuencia escribís?
Dos o tres veces por semana por lo general, aunque la necesidad es la que me marca el ritmo y me empuja a encontrar momentos, lo disfruto mucho y me ayuda a liberar la cabeza.
¿Quién te inculcó el amor por la poesía?
Mis padres me inculcaron el amor por la lectura, aunque ellos no son aficionados a la poesía. Crecí con las canciones de María Elena Walsh, los cuentos y fábulas de la Biblioteca Billiken (Sissi, Heidi, Tom Sawyer) Me acuerdo la serie “elige tu propia aventura”, que me deslumbró. Luego continué con policiales, novelas de misterios, la colección Robinson Crusoe, especialmente Mujercitas y todos los libros de Luisa May Alcott, el Diario de Anna Frank, Agatha Christie, Chase, Mafalda, luego seguí con más y más novelas, Isabel Allende, cuentos de Dickens. Pero increíblemente llegué a la poesía de la mano de una cocinera, Blanca Cotta. La cosa fue así: alrededor de los diez años me empecé a interesar por la cocina y a leer los suplementos “Ollas y Sartenes” que recibíamos los jueves junto con el diario y las recetas que venían en la revista del domingo. Blanca es hija del poeta Juan Manuel Cotta, de quien heredó el gusto por la poesía, por lo que, en recuadros por fuera de las recetas propiamente dichas, se las ingeniaba para contar alguna anécdota o recuerdo y transcribir algún poema. Con ella, descubrí que me encantaba la poesía, entonces empecé a indagar en los estantes de la biblioteca Sarmiento de mi Lobos natal, y en las obras completas de Borges que mi padre tenía en casa. Recuerdo el gran impacto que me causó “Inventario” de Mario Benedetti. Con él, estrené el primero de mis cuadernos de poemas, en los que durante años he copiado a mis favoritos. También tuve la suerte de que a mis amigos Patricia y Juan Pablo también les gustara, entonces empezamos a intercambiarnos y recomendarnos obras.
¿Por qué decidiste que tu libro de poesía se llamara Lo que bulle?
Lo que bulle es la imagen que se me presentó al querer plasmar el tumulto de emociones que me atraviesan. Era eso que estaba en ebullición en mi interior, pujaba por salir y pudo hacerlo cuando empecé a escribir poemas.
¿Cómo fue el proceso de selección de los poemas que aparecen en el libro?
Si bien escribir me resulta algo placentero y liberador, el proceso de selección fue arduo; aunque empecé a escribir en 2016, es mucha la cantidad de material que tengo. Además, como no tengo un tiempo ni lugar específico para escribir, como conté antes, hay anotadores, cuadernos y archivos dispersos por varios lugares, que luego tuve que rastrear y reunir. Por suerte me acompañó Mariana Kruk, que me guió y me contuvo en todo el proceso, pero nos fue difícil dejar material afuera que a ambas nos gustaba, por cuestiones editoriales.
¿Cuál es tu poema preferido del libro?
Al reunir los poemas de este libro, intenté que fueran los que mejor representaran el momento de mi vida en que los escribí, y en ese sentido, si bien es difícil elegir, resulta significativo el que me inspiró el título: “el desorden/puede ser/una contraseña/a lo que bulle/y no quiero descifrar”
¿Cómo te llegó la posibilidad de publicar el libro con Halley Ediciones?
Para contestarte tengo que hacer un poquito de historia. Desde chica me gustaba leer y escribir composiciones, cuentos y narraciones; también me escribía cartas con mi primo Emilio y con amigos y amigas, pero recién se me presentó el momento para los poemas hace muy poquitos años, si bien antes había escrito frases, bocetos, que tenían algo que ver con la poesía, no fue hasta hace poco que empecé a hacerlo sistemáticamente y con regularidad. Lo primero fue una imagen que, conversando con un compañero de trabajo que también es escritor, Horacio Esber, me dijo que sonaba muy bien “entre los muros de mi infancia”: así comienza ese poema, que está incluido en Lo que bulle, siento que escribirlo me ayudo a “abrir las compuertas”. Lo anoté en un cuaderno y, a partir de allí, no dejé nunca más de escribir versos, con garabatos casi ilegibles; comprobé que me resultaba terapéutico. No tenía el objetivo de publicar. Pero meses después de haber escrito mis primeros versos hice un taller a distancia con Mariana Finocchietto y luego, a fin de 2017, comencé con Mariana Kruk (con quien sigo hasta hoy). Luego de unos meses de taller, me dijo que debería pensar en la posibilidad de publicar; que ella me invitaba a hacerlo con Halley, la editorial que dirige, pero que podría hacerlo con otra, lo importante era que diera a conocer lo que escribía. Cuando logró convencerme, tiempo después (me tomó un tiempo digerir la idea de “desnudarme” publicando), decidí hacerlo con Halley.
¿De qué temas se nutre tu escritura?
Se nutre de los temas que me conmueven en cada momento, por eso no es una lista que vaya a cerrarse: la maternidad, la realidad social, entender mis sentimientos, el amor, mis luchas como mujer, como trabajadora, interpretar mi infancia, mi crecimiento.
¿Manejás la idea de escribir próximamente una novela o un libro de cuentos?
Escribí algunos cuentos, aunque me gustaría hacer algún taller para mejorar la técnica, pulir los que tengo, y continuar escribiendo. Considero que una de mis características como escritora es la síntesis; tanto versos como cuentos son breves. No me veo por el momento abordando un texto muy extenso como una novela, aunque sí me animaría a una nouvelle. Aunque más adelante, quién te dice.
¿Qué libros de poesía o autores recomendarías?
Al que me consultara, primero le aclararía que no soy la mejor recomendadora, porque no retengo en mi memoria los detalles de los libros, sólo puedo hablar de la impresión general que me causaron. Por eso, sólo recomendaría lo que he leído recientemente o a los autores de quienes leí varias obras. Si insistiera, seguramente mencionaría, en poesía: Rabindranath Tagore, César Vallejo, Mario Benedetti, Alejandra Pizarnik, Idea Vilariño, Olga Orozco, Julia Prilutzky Farny, Miguel Hernández, Pessoa, Sylvia Plath, Bukowski. Obviamente a Borges, sus cuentos y poemas (aunque no todo lo que escribió me gusta).
También a Cortázar, Bolaño, Dostoyevski, Poe, Mishima, Hesse, Clarice Lispector, Galeano, Simone de Beauvoir, libros puntuales como: Memorias de una máscara de Mishima, Seda de Baricco, Charlotte, de Foenkinos, Teoría King Kong de Despentes, Memorias del subsuelo de Dostoyevski.
Por sobre todas las cosas, le sugeriría que indague en editoriales independientes que, como Halley, trabaja con mucho amor y responsabilidad y produce fantásticos trabajos, como los de mis compañeros y compañeras. Y le recomendaría también mi lectura más reciente, Coreografía de la ausencia de Horacio Esber, que es una historia inspirada en una historia de mi niñez.
¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
Sigo escribiendo golosamente, lo disfruto, y lo hago sin proponerme objetivos. Este año escribí unos poemas infantiles para mi hijita y me encantó, quién te dice. Para el año que viene, que ya habré terminado mi Carrera de Especialista en Derecho Administrativo en la UBA, me gustaría hacer un taller de cuentos y profundizar un poco más en ese género. La premisa es encontrar nuevas formas de expresión en las que me sienta cómoda y disfrutar.
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